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Ciudad Libre Opinión


COLUMNA DE OPINIÓN

Irak y Estados Unidos:
La campaña aérea

>  Escribe: Fernando Montiel


“Irak no es Afganistán” ha dicho Saddam Hussein, y tiene toda la razón. En Washington esta realidad es de sobra conocida: en un teatro de guerra diferente, la estrategia no puede ser igual. Tal vez un buen antecedente respecto al modelo de campaña que veremos en Irak (de desatarse la guerra) sea la campaña militar de la OTAN contra Belgrado de finales del siglo pasado. Entre el 23 de Marzo y el 10 de Junio de 1999, la OTAN dejo caer sobre Belgrado 19,200 toneladas de explosivos (con un efecto devastador similar al de la bomba que arrasó Nagazaki) en miles y miles de incursiones aéreas. El resultado en términos histórico-militares fue asombroso: fue la primera vez en la historia de la humanidad en que, en un conflicto armado, una de las partes (la OTAN) gana sin contar una sola baja en sus filas.

El diseño de la estrategia militar no fue ocioso, la campaña militar se desarrolló fundamentalmente desde el aire utilizando bombarderos como el B-52, el B-2 y aviones de combate de alta tecnología como el F-117. Aunque se cacareó en su momento la importancia del envío de helicópteros de guerra como los Apache, estos nunca entraron en acción: al no ser equipos con las mismas facultades evasivas de un jet de guerra, las probabilidades de ser derribados se incrementan exponencialmente, y con ello, el riesgo de tener que soportar la incomoda presión política que constituye siempre la muerte de “los luchadores por la libertad y la justicia”.

Al igual que Serbia (y a diferencia de Afganistán), Irak cuenta con defensas aéreas de importancia considerable. En el caso de Serbia estas baterías antiaéreas fueron las que en un momento dado le permitieron derribar el 27 de Marzo de 1999 un F-117 de la OTAN tripulado -vaya coincidencia- por pilotos estadounidenses. En el caso de Irak los misiles Dvina (conocidos también como sistemas SA-2 o Guideline) se erigen como la primera (y tal vez también la más importante) línea de defensa de Bagdad en caso de incursiones aéreas. Como bien apunta el editorial de La Jornada (México) del 5.3.2003, la solicitud de Blix se desmantelar estos sistemas excede sus mandatos en tanto los sistemas existentes en Irak son de naturaleza defensiva y no ofensiva, aunque -es importante señalarlo- existe la posibilidad técnica de cargarlos con cabezas nucleares (que Bagdad no tiene).

Para convertir a Bagdad en el siglo XXI en la versión actualizada del Belgrado de finales del siglo XX, algunas piedras tienen que ser removidas del camino. Este es el caso de los Dvina. La flexibilidad militar de los misiles SA-2 tiene sin duda un peso específico en la mente de los policy makers en los Estados Unidos, quienes, preocupados por el movimiento pacifista interno y externo, no quieren correr el riesgo tener que lidiar con bajas en sus filas. El SA-2 Guideline es un misil tierra-aire con un alcance que varía de medium a high altitude. Aunque solo es posible programar un blanco por misil, es posible dirigir tres diferentes misiles contra el mismo blanco. La capacidad nuclear del SA-2 solo se presenta en la variante SA-2E (que Bagdad no tiene, aunque se supone que puede cargar una ojiva de 15 kilotones). Los SA-2 regulares pueden transportar cabezas explosivas de 195 kg., detonantes por proximidad, contacto o comando; es decir, no es necesario que el misil golpeé el blanco, basta con que se encuentre cerca para hacerlo estallar. El radio mortal de la explosión del SA-2 es de 65 metros y el de daño severo se extiende hasta 100-120 metros. A esto se tiene que agregar que los misiles SA-2 tienen un rango defensivo de su sitio de lanzamiento de 360°, lo que quiere decir que puede defender ataques desde cualquier ángulo.

Los SA-2 iraquíes con certeza no le darán la victoria a Hussein, aunque sin duda le provocaran un dolor de cabeza a británicos y estadounidenses, a quienes día a día se les complican los esquemas en la competencia contra el tiempo y contra la resistencia anti-belicista (a quienes el parlamento turco les ha hecho un favor). Como es claro, desde la perspectiva de Washington el requerimiento de Blix es oportuno: entre más pronto destruyan los SA-2 más pronto podrán comenzar a invadir Irak las 260 mil soldados británico-estadounidenses apostados ya en el Oriente Medio. Hay que insistir: oportuno desde Washington, pero irracional desde cualquier otro lugar o punto de vista.

Como en cualquier guerra moderna, la campaña militar aérea será la punta de lanza de la invasión. A diferencia de Afganistán, en Irak existe infraestructura muy bien identificada y establecida de tal suerte que se pueden esperar bombardeos tan extensivos como los que vivió Belgrado al final del Siglo XX. Por otra parte, a diferencia de Afganistán, en Irak no existen fuerzas de tierra medianamente estructuradas que puedan funcionar como carne de cañón para los Estados Unidos (que fue el papel que jugó la Alianza del Norte en Afganistán). Los grupos kurdos al norte y chiítas al sur han sido sistemáticamente oprimidos por Hussein... muchas veces con la venia de los Estados Unidos (no podemos olvidar que después de la Operación Tormenta del Desierto la rebelión chiíta al sur de Irak fue aplastada por Hussein ante la pasividad de Estados Unidos, y que por otra parte el gobierno turco, tradicional lacayo de Washington, se ha empeñado en hacer la vida de los kurdos un infierno sobre la tierra) lo que demuestra la hipocresía de la existencia de las llamadas “Zonas de exclusión de vuelos”. En teoría estas zonas se instauraron para proteger a ambas poblaciones de los abusos del régimen iraquí, de tal suerte que o “el mundo libre” se ha mostrado particularmente inútil en la tarea de cumplir sus promesas a chiítas y kurdos, o sencillamente los utilizaron como una excusa para hacer hoy por hoy, lo que planearon hace más de 10 años: adueñarse del medio oriente.

Con Irak en el 2003 se busca conseguir lo que se consiguió en 1999 con la en aquel entonces todavía República Federal de Yugoslavia: una victoria 100% aérea. Si logra golpear lo suficientemente duro a Bagdad desde el aire, las posibilidades de salvar un enfrentamiento en tierra se incrementan poco a poco.

Una batalla de frentes desde la perspectiva estadounidense solo sería viable si los certificados de defunción no están escritos en ingles. Sin embargo, a estas alturas del partido, George W. Bush y todo su equipo tienen que comportarse a la altura de la circunstancia que han creado so pena de hacer un ridículo todavía mayor que aquel en el que Corea del Norte los ha metido vis a vis el conflicto en Irak. Para conseguir esto el desmantelamiento de los SA-2 es muy importante: es inimaginable la opción de introducir tropas de ocupación terrestre sin garantizar sólido apoyo aéreo. Aunque Irak no tiene mayores oportunidades de ganar la guerra (11 años de sanciones, destrucción muy seria de infraestructura y 2.5 millones de personas muertas -principalmente niños- así lo demuestran) no es lo mismo para los Estados Unidos tener una victoria cara que una victoria barata. Los Estados Unidos por supuesto buscan la segunda, y Blix en este caso es el encargado del regateo.

Fernando Montiel
15 de marzo de 2003

 

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