En la República Checa, los "pos-comunistas",
después de una larga década de trabajo de zapa sistemático, han conseguido recuperar el
poder, como en la época del imperio soviético. Ahora actúan de una manera más sutil,
aunque continúan con su objetivo hegemónico de controlar no sólo la esfera política,
sino cualquier ámbito de la vida pública, por más insignificante que sea.
Quien acaba de denunciar esta preocupante realidad, poco conocida en América Latina y
Estados Unidos, es el cientista político checo Petr Vancura, director del Instituto para
la Seguridad Nacional, con sede en Praga, durante su participación en el Congreso
Internacional de Conindustria, en Caracas.
¿Cómo se pudo producir este desagradable retroceso? Vancura explica que en 1989, en
la antigua Checoslovaquia, cuando el imperio soviético entró en colapso, muchos
pensaron, ingenuamente, que los comunistas serían barridos naturalmente del panorama de
la naciente democracia. Sin embargo, inmediatamente y de manera disimulada, comenzaron a
implementar estrategias para retener el poder, deshaciéndose prestamente de sus
credenciales de miembros del Partido Comunista y mimetizándose en grupos o entidades
civiles que continuaron bajo el control de redes de influencia de miembros del antiguo
régimen.
El caos inducido, la propaganda manipulativa, a través del control de importantes
medios de comunicación, así como la influencia económica adquirida a través de la
compra de ex empresas estatales, han sido los principales instrumentos de los llamados
"pos-comunistas" para desprestigiar, desestabilizar y marginalizar a los
partidarios del orden y de la libertad. Sintomáticamente, los mismos que ayer estaban
abiertamente subordinados a Moscú, hoy continúan manteniendo vínculos políticos y
financieros con poderosas fuerzas políticas revolucionarias de la metrópolis rusa.
Por fin, el cientista político checo constata que los crímenes del comunismo han
permanecido en una total impunidad y que muchas de sus víctimas yacen en la miseria y el
abandono.
Situaciones similares se viven en otras naciones de Europa del Este, en varios países
euroasiáticos y en la propia Rusia, tal como fue mostrado en la conferencia anual del
Instituto para la Seguridad Nacional, en Praga, en la cual tuvieron participación el ex
disidente ruso Vladimir Bukovsky; el cientista político ucraniano Mykola Melnychenko; el
periodista Neil Barnett, corresponsal de la revista "Jane's Defense" para Europa
del Este; el búlgaro Ognyan Minchev, director del Instituto de Estudios Regionales e
Internacionales, de Sofía y otros especialistas, entre los cuales, el propio Vancura,
quien actuó como moderador.
Sobre la delicada situación en Rusia, es de destacar una casi desconocida y reciente
carta de alerta enviada al presidente Bush por Vladimir Bukovsky y Elena Bonner, esposa
del fallecido ex disidente ruso y Premio Nobel de la Paz, Andrei Sakharov. En ella,
advierten que Rusia, "contrariamente a lo que se cree en Occidente, no está
caminando por la vía de la democracia y el libre mercado"; y mencionan, entre otros
ejemplos, el de las últimas elecciones presidenciales en las que el electorado ruso fue
puesto en la falsa alternativa de "escoger entre un líder comunista y un coronel de
la KGB".
En el ámbito latinoamericano, lo que ocurre en la República Checa de hoy sirve de
alerta para un eventual fraude que funcionarios del régimen cubano estén maquinando para
el "pos-castrismo" en Cuba.
Pero las lecciones de la Europa del Este tal vez vayan mucho más lejos. En efecto,
salvadas las obvias diferencias de situaciones políticas, no sería difícil establecer
analogías entre las estrategias de los "pos-comunistas" checos y de varios
países euroasiáticos, con las de "pos-izquierdistas" de América Latina.
Varios de éstos han delineado nuevas estrategias revolucionarias, afines con las de los
"pos-comunistas" checos, a lo largo de las tres ediciones del Foro Social
Mundial de Porto Alegre. Su principal figura latinoamericana es el actual presidente de
Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien, paradójicamente, ha recibido elogios y
muestras de confianza inusitadas de la embajadora norteamericana en Brasilia, Donna
Hrinak, del recién designado subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio
Occidental, Roger Noriega, y del propio presidente Bush.
Todos estos antecedentes deberían ser meditados serenamente, con vistas a elaborar los
adecuados antídotos doctrinales y publicitarios, por quienes en las tres Américas se
opusieron ayer a las viejas tácticas revolucionarias y hoy desconfían de las nuevas.
Javier González
12 de septiembre de 2003
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