La actual problemática ambiental y las
perspectivas de un desarrollo sustentable implican el reconocimiento de las complejas
interrelaciones entre el sistema socioeconómico y los sistemas naturales. En este marco
la economía ecológica trata de superar los limitados contextos de la economía o
ecología convencionales proponiendo la integración entre economía y ecología con las
ciencias sociales y disciplinas relacionadas, como un nuevo campo interdisciplinario del
conocimiento para la gestión de la sustentabilidad. El tiempo de los procesos ecológicos
son más largos que el tiempo de los procesos sociales y económicos que necesitan los
seres humanos, puesto que la regeneración de un bosque puede demorar 75 años o más, el
tiempo necesario para evaluar los impactos de las inversiones, muchas veces, no exceden de
los cinco o diez años.
Es sabido que el estado del ambiente
esta relacionada con la dinámica propia de los sistemas ambientales y de la influencia
que éstos reciben, ya sean atribuibles a las actividades humanas como las que se originan
en cambios ambientales externos -clima, lluvias, inundaciones, movimientos telúricos-.
Debido a estos argumentos, no es demasiado útil describir escenarios únicamente
ambientales que se encuentren desconectados de las modificaciones económicas y sociales
que ejercen su influencia sobre el mismo. Por otro lado debemos entender que las
prioridades científico-tecnológicas basadas en la sostenibilidad ambiental van a
depender, con seguridad, de la situación económica y social del municipio, región y
país. Hay que entender que existen fuerzas impulsoras externas y globales que influyen en
los destinos de los países, entre las cuales caben destacarse:
-
Gobernabilidades: Se puede observar una tendencia hacia la globalización y
concentración de la economía y poder militar bajo un orden internacional autoritario,
con conflictos internacionales crecientes y avance de movimientos terroristas, por otro
lado, se puede ver una estructura de poder mejor distribuida teniendo en cuenta
agrupaciones regionales y países que mantienen un clima internacional de cooperación.
- Económicas: Demanda internacional,
globalización, primacía de las economías del conocimiento, flujos de inversión.
- Sociales: Tendencias a incrementar la desigualdad
o tendencias a la convergencia en condiciones de vida entre los países.
- Culturales: Despliegue de la ética de la
solidaridad y la diversidad cultural, o bien, homogeneización cultural con expansión de
la ética individualista y consumista.
-Tecnológicas: Nuevas fuentes de energía,
biotecnología, desarrollo informático, entre otras.
- Ambientales: Evolución del cambio climático
global y los efectos potenciales sobre la diversidad biológica, los ciclos ecológicos,
los sistemas agrarios, los recursos fluviales, las enfermedades, el acceso al agua, la
seguridad alimentaría mundial.
Teniendo en cuenta estas reglas, se
pueden encontrar tres macroescenarios que representan alternativas de futuro para la
Argentina y el resto del planeta en el cual vivimos. En todos los casos se tienen en
cuenta despliegues posibles a partir de la situación actual, en un plazo no mayor de 20 a
30 años.
La
continuidad de la economía de mercado
Los fenómenos
internacionales y la globalización contribuyen a afectar la gobernabilidad y la economía
de los países. Se puede mencionar a la globalización económica, la volatilidad
financiera internacional, los rápidos movimientos científicos-tecnológicos en los
países industrializados, los cambios ambientales -clima, dispersión de patógenos y
enfermedades-, el aumento de conflictos ante el crecimiento de las desigualdades entre los
países desarrollados y los países subdesarrollados, el terrorismo y las
acciones-reacciones de las grandes potencias. Los cambios climáticos se combinan con la
ineficacia de las medidas de regulación, prevención y planificación, potenciando la
frecuencia y magnitud de los desastres naturales.
Los factores de gobernabilidad,
económicos y tecnológicos, combinados con una significativa obsolenscia tecnológica
resultan, en un plazo largo, en un crecimiento pobre de la economía. Así es aunque haya
períodos de rápido crecimiento en el corto plazo, aprovechando las coyunturas
internacionales y los períodos de credibilidad sociopolítica. Por otro lado, la
combinación de hechos económicos y las tensiones sociales, así como la pelea entre
intereses públicos y privados, dan origen a patrones de desempleo cíclico, que bajan en
los períodos vacas gordas o rápida expansión económica y sube en los períodos de
vacas flacas o estancamiento.
Todo lo expresado tiene un grave
efecto ambiental. Puede traducirse en la ineficiente explotación de los recursos
naturales, basadas principalmente en la obsolenscencia tecnológica y las visiones miopes
a corto plato. Se tiende a hacer un manejo de extracción de los minerales, bosques y
recursos ictícolas, abandonando las áreas a medida que se las sobre-explota y
transportando los capitales a otros ramos más rentables.
Las tecnologías son aplicadas
independientemente de su provecho hacia las condiciones ecológicas o sociales locales,
aumentando la tasa de deforestación y haciendo colapsar poblaciones de peces de mayor
valor comercial. Como contramedida, los esfuerzos se concentran sobre especies
alternativas, en un proceso de reducción de capturas en calidad y volumen. La
desertificación de los suelos agrícolas, bajo una racionalidad económica que privilegia
el mayor beneficio en el corto plazo.
En esta situación, los instrumentos
regulatorios y económicos para mantener el status ambiental resultan poco respetados,
erráticos e insuficientes. La calidad ambiental se recupera parcialmente, durante los
períodos de vacas flacas o estancamiento económico. Sin embargo, algunos recursos se
continúan deteriorando durante este período, porque los sectores más empobrecidos los
extraen para poder sobrevivir.
La contaminación del aire y de los
cursos del agua continúa, asociada a la disminuida capacidad reguladora del Estado y a la
reducción de inversiones de las empresas que proveen servicios sanitarios y agua potable.
El deterioro en los servicios es
asimétrico, afectando en un mayor porcentaje la calidad de vida de las zonas habitadas
por los sectores de menores ingresos, que generan escasa rentabilidad para las empresas
que dan servicios.
La contaminación de origen
industrial continúa aumentando en un contexto de tensiones entre el Estado y el sector
privado, con poca capacidad estatal para magnificar los controles.
En este escenario las principales
fuerzas impulsoras se definen de la siguiente manera:
-
Gobernabilidad: Continúan las tensiones y protestas sociales, medidas
oficiales de coyuntura, y tensiones sociales entre el Estado y el sector privado en
relación con la distribución de costos y beneficios.
- Económicas: Existe una predominancia de ciclos de
crecimiento seguidos por otros de estancamiento, fabricados por factores internos u
externos, y fuertes cambios de políticas económicas. Así mismo, el corto plazo
predominante en regulaciones e inversiones contribuye a aumentar la ineficiencia
generalizada de la economía en el largo plazo.
- Sociales: La tendencia histórica a la desigualdad
entre los sectores empobrecidos y pudientes continúa aumentando, a pesar de los intentos
a medio terminar de la redistribución.
- Culturales: La corrupción no es controlada
efectivamente y la desconfianza de los ciudadanos en las personas e instituciones es
generalizada.
-Tecnológicas: Con sectores modernos y
tradicionalmente desconectados entre sí, predomina la difusión tecnológica heterogénea
e incompleta.
- Ambientales: Predomina la falta de control y
vigilancia sobre los impactos ambientales de las actividades de los seres humanos,
llevando a la sobreexplotación de los servicios y recursos ambientales.
El
postmodernismo
La apertura al comercio
internacional, el estímulo a la exportaciones, la importación de tecnologías y la
difusión tecnológica teniendo en cuenta la base científico-técnica ya instalada, da
origen a un salto en la productividad de los sectores exportadores, pero la producción
para el consumo interno de cada país se queda atrás. Provocando la implementación de
una economía con dos sectores. Esta dualidad, dentro de un contexto de una franca
subsidiaridad del Estado frente a las empresas, en un contexto de desigualdad social
preexistente y una sensación cultural individualista, contaminada por la corrupción y la
competitividad, agrava las diferencias en la distribución de los beneficios del
crecimiento económico.
El empleo crece en algunos
sectores, sin embargo, el empleo neto total avanza a cuenta gotas. La difusión
tecnológica contribuye a aumentar el desempleo estructural. Esto provoca un aumento de
las tensiones sociales, que tiende a instalar un sistema autoritario, aunque formalmente
democrático, para mantenerlas bajo control.
El crecimiento de la economía
resulta en una reducción de la pobreza y en un aumento del consumo total. Este aumento
del consumo sumado a la débil regulación de las actividades producto de la subsidiaridad
del Estado y sumado a las altas tasas de crecimiento de la economía, originan la
sobre-explotación de los recursos naturales y el desaprovechamiento de los recursos no
aprovechados por las empresas exportadoras.
Las presiones de la tendencia
exportista resultan en la tala de bosques y en un avance sobre la masa forestal de menor
cuantía, a medida que se llevan a la extinción las de mejor calidad, debido a su manejo
insostenible. El esfuerzo de la pesca marítima, efectuado por grandes empresas nacionales
y multinacionales, sigue creciendo, a pesar que los retornos muestran tendencias en
disminución. Colapsan varias de las pesquerías más explotadas y el esfuerzo pesquero se
vuelca poco a poco a las especies de menor valor comercial, provocando un cambio
estructural en las comunidades biológicas de la costa.
La contaminación industrial y la
urbana continúa aumentando, con excepción de aquellas que afectan directamente a las
exportaciones. Ya sea, por la sensibilidad de los mercados externos o por la vigencia de
tratados internacionales.
Este avanzado deterioro ambiental
empieza a mostrar repercusiones: por un lado, la contaminación afecta la salud y otros
aspectos de la calidad de vida de los sectores de mayores ingresos, lo que, dada su
influencia en la sociedad, origina una reacción del sector privado y a su vez del
público. Por otro lado, los recursos naturales que son sobre-explotados empiezan a
disminuir afectando el volumen y la calidad de las exportaciones. Como consecuencia de
estos factores se adoptan medidas para aumentar la sostenibilidad de los recursos
naturales exportables, al mismo tiempo se intenta reducir la degradación y contaminación
ambiental. Estas acciones no alcanzan a ir más allá de acciones mitigadoras, que no
logran generar transformaciones profundas ni soluciones a largo plazo.
Para fines del período, la
economía es pujante, con un moderado grado de degradación ambiental, se ha originado una
sociedad dual con un sector pudiente y una mayoría empobrecida.
Las fuerzas impulsoras que están
detrás de este escenario son:
-
Gobernabilidad: El Estado se vuelve subsidiario y se reduce fuertemente. Se
evidencia un predominio del mercado y del poder del sector privado nacional y
particularmente transnacional.
- Económicas: Una política de fomento a la
producción agropecuaria e industrial dirigidas al mercado externo con una amplia apertura
económica al proceso de globalización.
- Sociales: Continúan las tendencias históricas de
desigualdad.
- Culturales: Una ética consumista e individualista
empieza a preponderar.
- Tecnológicas: Rápida difusión tecnológica,
particularmente concentrada en los sectores ligados a los servicios no importables y a las
exportaciones.
- Ambientales: Se mantiene la falta de control sobre
las secuelas ambientales del consumo y la producción. Degradación ambiental.
Un camino
nuevo
Este escenario se hace posible gracias a la
voluntad generalizada de repensar los países. Se instala una sólida economía con un
fuerte componente de conocimientos. Se recuperan los principales recursos ambiental, la
calidad de vida de la población aumenta, se aprovecha mejor la fuerza de trabajo
relativamente educada y capacitada, se alcanzan niveles razonables de equidad y autonomía
social y la gobernabilidad y autonomía nacionales se mantienen en niveles superiores a
los históricos.
El contexto internacional resulta
favorable en este escenario, con una reactivación de esfuerzos de cooperación para el
desarrollo y con acuerdos binacionales y multinacionales de tipo tecnológico y comercial.
La percepción de la gravedad de los problemas ambientales disparan esfuerzos globales
mancomunados para afrontar los problemas.
Todo esto se genera como secuela de
repetidas frustraciones sociales, una renovación de la clase política y una respuesta
ciudadana participativa al descontento generalizado.
En una primera fase: Las medidas
económicas adoptadas, combinadas con el estímulo al desarrollo científico-tecnológico
focalizado en áreas críticas de la producción, con tareas de desarrollo de mercados y
el apoyo de la pequeña y mediana empresa rural y urbana origina la consolidación de una
incipiente economía del conocimiento.
En una segunda fase: El desarrollo
productivo y tecnológico lleva a una diversificación y aumento de la eficiencia. Se
afianzan nuevas líneas de producción y exportación de productos manufacturados de alto
valor agregado, basados en servicios y recursos ambientales.
Por su parte, el reinicio del
crecimiento económico al principio del período conducen a un aumento del empleo. Este se
incentiva a medida que crece la economía y contribuye a una disminución de las
desigualdades.
La situación ambiental se modifica
hacia lo positivo gracias a las políticas de protección, la acción del estado nacional
y los gobiernos locales, y las presiones de la sociedad civil. La aplicación inicial de
controles relativamente caros de las emisiones y desechos contaminantes, evolucionan poco
a poco. Se llega a la reestructuración de los procesos productivos completos, buscando
una mayor eficiencia en el uso de los insumos y disminuyendo fuertemente los desechos
finales. Conformándose una estrategia mucho más económica a largo plazo.
La políticas de uso sostenido de
los recursos, junto a su revalorización económica y la de los servicios ecológicos
lleva a que se empiecen a valorar y utilizar una serie de recursos adicionales a los
utilizados tradicionalmente.
Las fuerzas impulsoras que dinamizan
este escenario son:
-
Gobernabilidad: El gobierno fortalece los vínculos con la sociedad civil y el
sector privado, con acuerdos de gobernabilidad que implican una recuperación del rol
regulador del Estado. El país busca activamente la cooperación regional e internacional.
Se implementan fuertes políticas anticorrupción.
- Económicas: Se redefine la apertura del país al
comercio internacional, haciéndose más selectiva y buscando incrementar los grados de
libertad de la nación en los tratados comerciales regionales e internacionales.
- Sociales: Se implementan gradualmente políticas
redistributivas y de protección social. Se establece un compromiso político
interpartidario e intersectorial para un aumento sostenido de la inversión en educación
y en ciencia y tecnología.
- Culturales: Como una reacción a la corrupción y
de la desesperanza de otras épocas, comienza a afianzarse gradualmente una ética de
solidaridad social y una reconsideración del consumismo como sucedáneo de la calidad de
vida.
- Tecnológicas: Se establecen políticas de largo
plazo de fomento a la innovación y difusión tecnológicas, dirigidas por un lado a los
servicios y productos de exportación, y por otro a satisfacer el mercado interno y las
necesidades sociales.
- Ambientales: Se establecen e implementan
políticas de protección de los ecosistemas y funciones ecológicas prioritarias. Se
establecen normativas claras de control de la contaminación.
El desafío de un modelo de
desarrollo que pretenda integrar y armonizar lo económico, lo social y lo ambiental
requiere de estructuras de gobierno aptas para abordar tal complejidad, a la vez que una
activa participación ciudadana. Entre otros componentes, la construcción de una
democracia participativa requiere, por un lado, de un soporte jurídico e institucional, y
por el otro, de una sociedad civil activa, cuyo nivel de compromiso no se mida por el
rating de la televisión sino por el ejercicio efectivo de sus derechos.
Por esta razón, es necesario
revalorizar el papel político y la función de incidencia que tienen la sociedad civil.
Es claro que el desarrollo del marco institucional condiciona las posibilidades y las
modalidades de participación pública, tanto en temas ambientales como en otras áreas de
interés público; sin embargo, la ampliación de esas oportunidades en Argentina, y en
América Latina en general, depende, en parte, del papel que asuman las organizaciones de
la sociedad civil.
Por supuesto que en el ámbito
ambiental existen otros escenarios posibles, e infinitas combinaciones y variantes entre
estas posiciones, pero las que se han nombrado representan alternativas posibles, en
cierto sentido, arquetípicas.
Cristian Frers
Técnico Superior en
Gestión Ambiental
Técnico Superior en Comunicación Social
cristianfrers@hotmail.com
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