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El domingo 4 de junio se cumplieron 31 años
del asesinato del Ingeniero RAÚL ALBERTO AMELONG. Sus asesinos -hoy muchos de ellos en el
gobierno- se encargaron de comunicar a los medios que un pelotón de combate
montonero lo ha ejecutado. (Revista Evita Montonera Nº 6 de agosto de 1975,
página 32).
El diario La Nación del día posterior a su asesinato informaba que el 4 de Junio de 1975
a las 07:45 horas, mientras conducía a su hija y a una amiga al Colegio en un vehículo
Torino patente B-603423, en la intersección de las calles Córdoba y Guatemala de la
ciudad de Rosario, al detenerse en el semáforo de esa esquina, se le aparea una pick up
azul con cuatro individuos a bordo, con cascos similares a los que utilizaba el personal
de la Planta de Acindar. En ese lugar, con la frialdad que caracteriza a los terroristas
mesiánicos, estos "jóvenes idealistas que soñaban con un mundo mejor", llenan
de plomo al indefenso ingeniero. Diez proyectiles de ametralladora PAM, calibre 9 mm, se
incrustan en su cuerpo.
A pesar de las heridas el
Ingeniero Amelong alcanza a bajarse del auto. Su hija, que también había sido herida en
una pierna, cae en medio de la calle. Uno de los montoneros, portando una pistola se baja
de la camioneta, se acerca y le aplica el tiro de gracia, rematando así su
"tarea revolucionaria".
Raúl Alberto Amelong no era
dueño o accionista de Acindar, tampoco militar o de alguna fuerza de seguridad.
Simplemente trabajaba - y el diario La Nación del 5 de Junio así lo informaba- como
Subgerente de Control de Calidad de la empresa ACINDAR SA. En sus funciones
era conocido por su alto nivel profesional, adquirido a través de cursos de
perfeccionamiento en Japón, Europa y los EE.UU. |
Fotos de
víctimas inocentes del terrorismo
subversivo que asoló a la Argentina en los años '70 |
Es importante
destacar que no se le conocían actividades gremiales o políticas. Llevaba una vida
sencilla, en la que alternaba con equilibrio su trabajo, su familia y su apasionado amor
al deporte hípico.
El Ingeniero Amelong, como muchos otros profesionales de la zona, había sido amenazado.
Sin embargo, en la intimidad comentaba a su esposa, hijos, familiares y amigos: confío
en la Divina Providencia y si algún día atentan contra mí, desde ya pido a Dios que
perdone a mis asesinos.
El Ingeniero Raúl Alberto Amelong murió SIN TEMORES. Sin embargo, no tuvo atril, ni
tribuna, ni palco, para expresar públicamente que no tenía miedo. Como sucede con los
verdaderos hombres fuertes, no necesitaba hacerse el guapo para demostrar su valentía.
Hace 31 años, este padre ejemplar y profesional prestigioso, caía muerto por el
terrorismo marxista, dejando una viuda y 11 (once) hijos pequeños. Ironías del
destino
¡Todo esto para construir un mundo "más solidario"! Seguramente
mientras agonizaba, mirando el cielo, esa fría mañana de invierno, recordaría aquella
frase memorable: Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera
vivirá; y todo el que vive y cree en mi no morirá jamás (Juan 11, 25-26).
Con el Ingeniero Raúl Alberto Amelong tenemos otro intercesor en el Cielo. Hoy, más que
nunca, pidámosle por nuestra Patria.
Vicente Pando
vicentepando@hotmail.com
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Enviado por Grupo de Amigos de la Verdad Histórica
Email: gavh@uol.com.ar
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