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Guerra y Medio Oriente han sido desde hace
décadas un triste sinónimo. El motivo es uno: el sionismo, la presencia de un pueblo
extranjero usurpando una tierra que no le pertenece y haciendo uso de toda la ayuda que
las potencias anglosajonas le pueden facilitar para mantener la represión de los
Palestinos y naciones vecinas que quieren librarse de su yugo colonialista.Hoy el conflicto llegó a uno de sus puntos
más altos. El régimen sionista de ocupación está lanzando un ataque que puede ser el
principio del proceso que llevará a la desaparición de Israel, aún cuando EE.UU. y sus
aliados intervengan temporalmente. Pero esto constituye el análisis estratégico y la
proyección geopolítica del conflicto. Lo que prioritariamente no podemos dejar de
considerar es lo que pasa hora tras hora, es decir, la destrucción de miles de hogares
árabes, el asesinato de civiles inocentes, el terror que el sionismo ha desatado
nuevamente, y sobre el cual la mayoría de la comunidad internacional se mantiene en
silencio o con una posición ambigua y hasta cómplice.
Para justificar las nuevas
agresiones sobre Gaza y El Líbano, Israel habla del secuestro de tres soldados. Pero si
por ese hecho se puede fundar el bombardeo indiscriminado sobre ciudades y la matanza de
cientos de personas, entonces cabe preguntarse a qué tienen derecho, por ejemplo, los
palestinos que ven su país invadido, con cientos de miles de mártires y víctimas del
fuego israelí a lo largo de 60 años de colonialismo criminal, y con miles de prisioneros
políticos en las cárceles sionistas, entre ellos cientos de niños, algunos de los
cuales no superan los 13 años de edad. Si aplicáramos el mismo pensamiento esgrimido hoy
por los israelíes, deberíamos entonces afirmar que está claro que los palestinos
podrían ejercer "con todo derecho" una fuerza brutal multiplicada contra sus
enemigos, si ello les fuera posible.
Mientras son
asesinados palestinos y libaneses, organismos como la ONU, que en teoría deberían
"velar por la paz internacional", se dedican a condenar a los norcoreanos por
haber disparado siete misiles al mar y ni siquiera repudian a Israel, sobre todo gracias a
la intervención de EE.UU. y su poder de veto en el Consejo de Seguridad y a la habitual
incapacidad para resolver los verdaderos problemas mundiales de la que esta entidad ha
hecho gala desde su misma creación. También el G8, donde están nucleados los países
más industralizados del mundo, se muestra cómplice del sionismo al emitir una
declaración consensuada en la que únicamente se critica a la resistencia
palestino-libanesa, pero omite hacer cualquier mención a las agresiones perpetradas por
los israelíes.
Por su parte, Siria e Irán están
en alerta, sabedoras de que es muy posible que si el conflicto no se detiene, pronto se
vean involucradas en esta guerra. Pero a diferencia de Palestina y El Líbano, cuyas
fuerzas son valientes y decididas pero su armamento es limitado, ambas naciones poseen
ejércitos que podrían quebrar la superioridad tecnológica israelí.
Ahora bien, frente a este
panorama, en el cual se observa que Israel cuenta hasta ahora con el apoyo político de
EE.UU. e Inglaterra pero con un panorama militar que pronto se podría complicar, cabe
preguntarse también el por qué Moshe Katzav, presidente de Israel y conocido depravado
sexual, y Ehud Olmert, canciller del régimen y sucesor del criminal en estado vegetativo
Ariel Sharon, han decidido emprender esta guerra. Intentaremos a continuación dar una
visión acerca de las posibles causas, y sobre todo, las consecuencias del conflicto.
El poder
árabe e islámico crece y pone en jaque a Israel
Analizar en estos momentos la falsedad de
los argumentos en los que se sostiene la "legitimidad" del estado sionista
sería una tarea impropia de este artículo. Pero a cualquier lector le parecerá
absolutamente rídiculo el escuchar que se alegue que fue el propio dios quien
hace miles de años, en el medio del desierto, le habló a un grupo perdido de hebreos
liderado por un egipcio rebelde y le "otorgó" las tierras de Palestina. Tampoco
vamos a detenernos en explicar que los presuntos reyes hebreos que habrían gobernado esas
tierras posteriormente, empezando por David, han sido una fantasía histórica y que
jamás han existido, tal como hoy admiten los propios historiadores israelíes, tras
décadas de fracasar en la búsqueda de algún resto arqueológico que justifique la
varias veces milenaria mentira.
La ausencia de verdad fue suplida
por los sionistas por otra arma menos convincente pero más efectiva a corto plazo, como
lo es la fuerza. El estado israelí nació con matanzas sangrientas, como la de Der Yassin, y siguió sustentándose en
ella con el paso del tiempo. La desunión y debilidad individual de las naciones árabes,
sumado al permanente rearme del que las tropas israelíes gozan gracias a donaciones
inglesas y estadounidenses le permiten sobrevivir.
Sin
embargo, el nuevo siglo que comenzó a alumbrar dio muestras de que la situación
cambiaba. El Hezbollah, el movimiento político y militar islámico más importante de El
Líbano, logró hace pocos años el repliegue definitivo de los sionistas de sus tierras.
La muerte del más grande líder de Palestina, Yasser Arafat, no fue en vano y dio lugar
al ascenso del Hamas, que enfrentó a los elementos débiles y negociadores de Al Fatah.
Siria se fortaleció, y en Irán venció el presidente Mahmud Ahmadineyad, un enemigo
acérrimo del sionismo y creyente islámico, que está propiciando el mayor desarrollo
tecnológico que el mundo árabe ha alcanzado en su historia reciente.
Así las cosas, el régimen de Tel
Aviv comprendió que si no intervenía el balance de fuerzas era inevitable, y con él se
cumpliría la promesa histórica realizada por la resistencia palestina de "echar a
los israelíes al mar". El primer paso fue la invasión a Afganistán y luego a Irak.
El conocido filosofo e investigador izquierdista, James Petras, publicó meses atrás un
artículo de análisis en el cual indica que fue el lobby israelí en la Casa Blanca el
que impulsó el ataque de Bush contra Saddam Hussein, y no las petroleras, como gustan
decir los medios de prensa "independiente". No cabe entonces usar el lema
"Blood for Oil" (Sangre por petróleo), sino que el verdadero motivo fue
"Blood for Israel".
El
derrocamiento de Hussein era algo anhelado por los israelíes. De allí se pensó que el
paso siguiente iba a ser atacar a Irán y Siria, y de esta manera acabar con el "eje
del mal" de Medio Oriente que tanto molesta a los intereses anglo-sionistas. Pero el
problema fue que Irak resultó ser una nueva versión de Vietnam. Ni los 300 mil marines
enviados han podido contener la furia del pueblo iraquí contra los ocupantes, y es al
día de hoy que ciudades clave del país, entre ellas la propia Bagdad, ni siquiera están
cerca de ser controladas por los norteamericanos. Irak pasó de ser un país internamente
pacífico y con un gobierno estable, a ser un territorio caótico, gobernado por facciones
antagónicas y tribus.
Con este panorama, Bush quedó
literalmente inmovilizado en Irak, pues ni siquiera los generales más cercanos a su
política belicista se atreven a abrir otro frente.
Tal como mencionamos en párrafos
precedentes, al calor de la guerra en Afganistán e Irak crecieron los líderes y
movimientos antisionistas. Y es comprensible, pues las noticias que se ocultan en
Occidente no pueden ser ocultadas en la región de los hechos, y los pueblos árabes saben
bien que más allá de los discursos estadounidenses, la verdadera cabeza de esas
invasiones siempre es Israel.
El peligro para el sionismo creció. Y
entonces, luego de digerir el hecho de que Sharon haya quedado en estado de coma
permanente, el nuevo canciller israelí ordenó la destrucción de Hamas apenas se
presentase la excusa necesaria. Para lograrla dedicó todas sus fuerzas, entre ellas,
aislar económicamente durante meses al gobierno palestino electo legítimamente por el
pueblo, o reiniciar los tristemente conocidos "asesinatos selectivos". Cuando
ahora se habla del secuestro del soldado israelí, pocos analistas quieren reparar en todo
el accionar israelí previo que fundamentó esta acción.
¿Es esta guerra una acción
unilateral de Israel para obligar a EE.UU. a profundizar una campaña bélica que le está
costando a Bush su gobierno, o es en verdad un ataque que cuenta con la venia de
Washington? Este es un punto fundamental. Israel inició un conflicto que a la larga
realmente no puede sostener. Para su propia sorpresa, Hezbollah demuestra una capacidad de
pelea superior a la esperada. Igualmente Hamas. Y si se sumaran Siria e Irán, solo la
aparición de EE.UU. y sus marines podría impedir la derrota sionista. En diálogo con la
Red Kalki, muchos expertos coincidieron: los movimientos israelíes no se hacen si el
lobby sionista en la Casa Blanca no garantiza la protección estadounidense. Por lo tanto,
es pausible pensar que Bush estuvo enterado de este proyecto, y que solo aguarda la
ocasión para intervenir en los combates.
La
desaparición de Israel: ¿un hecho inevitable?
Pero más allá de los eventuales
resultados de este conflicto en particular, los mismos expertos que charlaron con la RK
también explicaron que lo que aquí se inició fue el proceso de desaparición de Israel.
Su resultado final no se dará en los próximos meses, sino en los años venideros, pero
sería algo inevitable. ¿Por qué? Entre los factores fundamentales, se señalan:
- Fortalecimiento tecnológico del
mundo árabe: Los proyectos nucleares de Irán están siendo compartidos con otros
gobiernos islámicos en forma secreta. Dentro de poco tiempo surgirán nuevos casos
públicos de naciones árabes con capacidad atómica. Asimismo, el mercado negro de armas
está dando a las milicias antisionistas acceso a un poderoso equipamiento. Todo esto
confluye en que la fuerza israelí se verá sobrepasada por el nuevo arsenal y la
capacidad operativa de sus enemigos.
- Rechazo internacional al
sionismo: Es un fenómeno creciente y llamativo. Antes sólo criticaban a Israel los
movimientos patriotas nacionalistas, pero hoy tal repudio se ha hecho extensivo incluso a
los sectores de izquierda, que antes les servían de apoyatura política y
propagandística. La "victimización" de Israel es algo del pasado, y la
pérdida de ese apoyo político implica para el sionismo también la pérdida de apoyo
económico y militar. Poco a poco los jerarcas israelíes sienten el aislamiento, y por
más que ordenan a sus diplomáticos que hagan campañas para impedir que se los trate
como criminales, esto ya no da los resultados esperados. Por citar un ejemplo de lo
antedicho, entre los tantos que podrían citarse: Izquierda Unida de España ha pedido la
semana pasada que no se continúe con la construcción de un monumento a "las
víctimas del holocausto" en Madrid, explicando que el verdadero holocausto es el que
comete Israel con los palestinos.
Si el mundo decide que la
existencia de un estado sionista puede ser algo "prescindible" o incluso
contrario a la vigencia de los Derechos Humanos, y los árabes e islámicos logran obtener
las armas necesarias para derrotar al sionismo, circunstancias que estarían en camino a
darse, la última pregunta que cabe preguntarse es: ¿qué pasará después?...
El plan de
Teodoro Herzl
Teodoro Herzl fue el fundador del
sionismo, y escribió en 1895 un libro que es tomado como "la biblia" de esa
corriente, llamado "El Estado Judío". En tal obra, Herzl se dedica a estudiar
cuál sería el mejor lugar para establecer un estado sionista, y llega a la conclusión
de que hay dos territorios posibles: Palestina o la Argentina. Este libro es literatura
oficial en Israel, y antes de avanzar, primeramente queremos transcribir algunos de sus
párrafos, habiendo tenido acceso a una edición original del libro del año 1944 (5704
según el calendario hebreo), publicada por la Juventud Sionista Argentina, que según el
copyright fue traducida por Sigifredo Krebs con la autorización de Editorial Israel. El
libro fue además prologado por el Dr. Chaim Weizmann, que a los cuatro años de esta
publicación fue presidente de Israel. La impresión de la obra fue hecha en el
Establecimiento Gráfico Men, y su carátula diseñada por W. Wind y M. Faigenblum.
Luego de cavilar acerca de la
necesidad de un "estado judío" y de explicar la creación de órganos sionistas
supranacionales para lograrlo, la Society of Jews (que actuaría como el cerebro de las
operaciones) y la Jewish Company (el brazo ejecutor de la Society), Herzl dice:
"Dos países tienen que
ser tomados en cuenta: Palestina y la Argentina. En ambos países se han hecho notables
tentativas de colonización, basadas en el principio equivocado de la infiltración
paulatina de los judíos. La infiltración tiene que acabar siempre mal, pues llega
inevitablemente el instante en que el gobierno, bajo la presión ejercida por la
población que se siente amenazada prohíbe la inmigración de los judíos. Por
consiguiente, la emigración sólo tiene sentido cuando su base es nuestra soberanía
garantizada." (Parte General - "El Plan" - Pags. 41 y 42)
"¿A cuál de las dos hay
que dar preferencia? La Society tomará lo que se le dé y hacia lo que se incline la
opinión general del pueblo judío . La Society averiguará ambas cosas." (Parte
General - "El Plan" - Pag. 42)
Respecto a la Argentina, Herzl se
dedica incluso a hacer un análisis del país y de cómo tomarlo:
"La Argentina es por
naturaleza uno de los países más ricos de la tierra, de inmensa superficie, población
escasa y clima templado. La República Argentina tendría el mayor interés en cedernos
una porción de tierra. La actual infiltración de los judíos ha provocado disgusto:
habría que explicar a la Argentina la diferencia radical de la nueva emigración
judía." (Parte General - "¿Palestina o Argentina?" - Pag. 42)
"Nosotros queremos darles
a los judíos una patria...Nuestras gentes han de emigrar en pequeños grupos. En grupos
de familias y de amigos...Cada grupo tiene su rabino, que acompaña a su congregación.
Todos se agrupan libremente. El grupo local se reúne en torno del rabino. Hay tantos
grupos locales como rabinos. Los rabinos serán los primeros en comprendernos, los
primeros en entusiasmarse con la causa, entusiasmando desde el púlpito a los demás...Los
grupos locales nombrarán pequeñas comisiones de personas de confianza bajo la
presidencia de los rabinos." (Los grupos locales - "Introduccción" -
Pags. 73 a 76)
"La nueva emigración
judía tiene que llevarse a cabo según principios científicos...En el buque van los
representantes de la Society, de la Company y de los grupos locales...Estos hombres que
toman posesión del país tienen que cumplir tres tareas: 1º, la investigación exacta,
científica de la naturaleza de todo el país; 2º, la organización de una
administración rigurosa centralizada; 3º, la repartición del país. Estas tareas se
encadenan entre sí y han de llevarse a cabo con arreglo al fin, ya bastante
conocido....Todo esto será establecido de antemano y conforme a un plan."
(Society of Jews - "La toma de posesión del país - Pags. 93 a 95)
Evidentemente,
a la luz de los hechos, el sionismo se decantó en primer término por Palestina, quizás
porque tenía mayores facilidades gracias a la existencia previa de una dominación
militar inglesa, la cual facilitó el traspaso de poder.
Pero la Argentina jamás dejó de
ser tenida en cuenta. Hace poco tiempo uno de los medios radiales más fanáticos del
sionismo latinoamericano, denominado Radio Jai, celebraba la asunción de Jorge Telerman
como intendente de Buenos Aires, afirmando que con él, "las tres ciudades más
importantes para el judaísmo están gobernadas por judíos: Jerusalén, Nueva York y
Buenos Aires". El por qué resulta de tanto interés para el sionismo la Argentina
tiene su respuesta en lo enseñado por Teodoro Herzl.
Y si Israel desaparece, ¿a dónde
irán esos millones de sionistas? Muchos seguramente a EE.UU., pero muchos otros no. En
Europa ciertamente el clima no les será favorable, por el ascenso de los movimientos
patriotas y la notable presencia de poblaciones islámicas con las que seguramente
tendrán problemas. Descartando Africa y Asia por cuestiones culturales, Latinoamérica, y
más específicamente Argentina, serían lugares ideales.
En Israel hoy los jóvenes
sionistas muestran un curioso apasionamiento por aprender a hablar en español. Y no sólo
por hablar en español, sino por hablarlo exactamente en la forma argentina. Lo hacen
gracias a las series televisivas que reciben de una productora argentino-israelí, la Cris
Morena Group, comandada por Cris Morena, ex esposa del productor televisivo Gustavo
Yanquelevich, y Yori Dori, veterano de guerra israelí. Desde hace 10 años programas para
adolescentes son transmitidos por los canales israelíes, y a través de ellos los chicos
sionistas observan, toman nota y aprenden. De hecho, ya no es sorpresa para los argentinos
que van allá encontrarse con israelíes que los saludan como si hubieran nacido en
cualquier barrio porteño y no en ciudades como Haifa, Hebrón o Tel Aviv.
La comunidad sionista en Argentina
es la más grande de Latinoamérica, y muy activa. Por ello el Centro Wiesenthal tiene
específicamente una sede en Buenos Aires, por ejemplo, y no en otras capitales de la
región.
La visión de Teodoro Herlz es clara: el
sionismo tiene un "plan A" y un "plan B". El primero resultó ser
Palestina. Pero como observamos antes, el proyecto entró en crisis. ¿Es posible que el
sionismo intente aplicar entonces la segunda opción? ¿Es factible que se intente
reconstruir Israel desde la Argentina? Herlz dice que sí. La dirigencia sionista actual
oficialmente lo niega y lo negará, pero es evidente que ha apostado muchísimos de sus
intereses en el país. Hace más de 60 años los ingleses les prometieron a los Palestinos
devolverles su independencia, y ellos creyeron que la posibilidad de que en lugar de eso
los sionistas les robaran su patria era una fantasía. Hoy sus descendientes padecen las
consecuencias.
La guerra de Medio Oriente a la
que asistimos tiene muchas posibles resultados: la desaparición eventual de Israel y el
debilitamiento del poder estadounidense, una posible catástrofe nuclear, una
generalización del conflicto a nivel mundial, o incluso un peligroso futuro para
Latinoamérica, y especialmente para la Argentina.
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Informe especial de la Red Kalki
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