El maniqueísmo, un mal extendido, una
visión que sólo permite colocar los hechos en los extremos de lo bueno o lo malo según
sea el juicio, realidad profusamente conocida bajo el sistema de pensamiento de los
partidos políticos, una impronta a la que no escapa Pinochet.
Presentado como demonio o salvador, Augusto Pinochet acapara todas las miradas; desde la
izquierda se potencia al ex-gobernante como el "ogro" que persiguió, torturó y
masacró a 3.300 chilenos, sólo por "desear un sueño de cambio", desde aquí
Pinochet no es un gobernante sino un dictador, uno que mantuvo preso al país durante 17
años bajo un gobierno de espanto en el que la censura, y el militarismo como postura
social se hacían presentes por doquier... claro está que olvidan el hecho que Pinochet
no llegó al poder por un azar del destino, sino por el clima de ingobernabilidad y caos
que se vivía bajo la influencia soviética de Moscú y La Habana en Chile, hordas de
izquierdistas ideologizados se erguían desafiantes. Sin embargo, aquellos violentos
revolucionarios fueron vencidos bajo su misma ley, las armas y la violencia como método
de diálogo político fueron su vida y su tumba, eso pese a que muchos de los
sobrevivientes de aquella afiebrada revolución ahora "vistan santos" y lloren
inocencia.
Para la derecha Pinochet es una figura incómoda, por cuanto el descubrimiento de secretas
cuentas multimillonarias en el Banco Riggs de EE.UU. han hecho tambalear la figura de
incorruptibilidad que se pretendía construir del anciano ex-gobernante. Sin embargo, y
pese a los tropiezos la derecha política presentó al general como su gran referente,
aquel que levantó y ordenó al país hacia una senda de progreso, en resumen un
"salvador", "bajado en andas por los ángeles del cielo", eso pese a
que el mentado militar estructurara un sistema de clases bajo la misma dialéctica
marxista, con la salvedad que el implementado por el gobierno militar fue la dictadura de
las clases mas altas del país, también se esconden las privatizaciones de empresas del
Estado a favor de capitales privados, así como también la dependencia de Chile en
materia de inteligencia al Mossad, agencia que mantuvo unidades operativas durante el
Gobierno Militar. En suma, Chile se convirtió en un país servil al capital financiero
transnacional recubierto con una capa de patrioterismo expresado en parsimonia militar y
banderismo tricolor. Esencia y norte trascendente, mejor ni buscar.
VUELTA EN 360°
Mas allá de la dialéctica empeñada en mostrar una política comunicacional coherente,
conveniente y servil a los ideologismos, están los hechos aquellos que en el caso del
General Pinochet hablan de una intención y que terminan en una realidad absolutamente
distinta de la inspiración inicial, no es menos cierto que el mentado general pretendió
en sus comienzos articular un país sobre la base histórica y el destino trascendente de
Chile. Sin embargo, a poco andar se dejó seducir por la influencia marcada de los
"Chicago Boys", un grupo de economistas liberales formados en la Universidad de
Chicago bajo las teorías de Milton Friedmann y Samuelson, pronto el coqueteo se
convirtió en matrimonio y los sectores liberales toman el control del país a través del
Gobierno Militar, las visitas de Friedmann y sus secuaces a Chile son una realidad, sus
tesis se implementan con profundas consecuencias para toda la nación y el mundo, Chile se
perfila como un ejemplo de las bondades del sistema neoliberal.
Aquellas máximas de 1973, que inspiraron la intervención armada son pisoteadas por sus
mismos hechores, lo mismo que se pretendió evitar del marxismo; la disolución de la
sociedad, la anulación de las virtudes patrias, la falta de una unidad de destino como
Nación trascendente, la estructuración de una economía vigorosa, la precea del bien
común sobre el individual, se implementó con cómplice silencio, una vuelta de 360°
grados que comenzó con el rechazo a un ideologismo racionalista, y que terminó de la
mano de otro ideologismo racionalista igualmente perverso y alienante de la persona
humana.
Hoy Chile post Pinochet posee una sociedad desarticulada, sin virtudes patrias, ni unidad
de destino en lo universal, una estructura económica dependiente del capital
transnacional y el bien común está reducido a la mas unitaria atomización individual,
todo fruto de las modificaciones del gobierno militar y la complacencia del nuevo stablishment
democrático.
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