REDACCIÓN
(RED KALKI) - 19.04.2007 -- Hace pocos días salió a la luz una noticia cuya magnitud
intentó ser ocultada por mucho tiempo por la prensa del sistema en Chile, y es la
permanente agresión y discriminación por parte del régimen de ocupación sionista que
padecen los jóvenes chilenos de ascendencia palestina que regresan a la tierra de sus
padres. La historia que leerán a continuación tiene como elementos más
salientes las denuncias de jóvenes mujeres chileno-palestinas que fueron torturadas
psicológicamente por el Mossad, que fueron humilladas y
deportadas por el simple hecho de "no ser judías". Y
como agregado, la complicidad de los propios diplomáticos chilenos en Tel Aviv, que
actuaron como funcionarios de Olmert y no como dignatarios de su país.
Queremos destacar que
los detalles y antecedentes de este gravísimo hecho nos fueron
informados por uno de nuestros lectores, quien confió en la Red Kalki para difundir la
verdad de los acontecimientos.
Los casos testigo son
dos. El primero es el de Elisa Abedrapo, estudiante de la Universidad de
Chile, que el 17 de diciembre de 2003 quiso ingresar desde Jordania a Palestina para poder
visitar a su familia. Cuando arribó al aeropuerto de Tel Aviv exhibió su pasaporte
chileno, pero fue detenida en forma ilegal por el Mossad, que
la sometió a un largo interrogatorio, tras el cual decidió deportarla sin
explicarle los motivos. Abedrapo acudió a las autoridades diplomáticas de su
país, las cuales no atendieron su reclamo y se limitaron a justificar la actitud
prepotente de los israelíes, diciendo que en realidad debía haber usado el paso
o checkpoint de Allenby, en la frontera con Jordania. Resignada ante la
inoperancia de sus "representantes", Abedrapo probó en marzo de 2007 entrar por
el mencionado paso, pero se encontró con una guardia militar israelí que nuevamente se
lo impidió sin justificativo alguno.
Nadia Hasan
Abdo intentó por su parte entrar a Palestina en septiembre de 2005, pero sufrió
el mismo trato que ya había padecido su compatriota. Como Abedrapo, fue detenida
en el aeropuerto Ben Gurión, donde los agentes la interrogaron por 12 horas y ordenaron
su deportación. De nada le sirvió mostrar su documentación ni invocar los
acuerdos bilaterales vigentes. Sin embargo, volvió a insistir en octubre, y en ese
momento sí consiguió el paso a Palestina, donde vivió 8 meses y cumplió con todas las
exigencias que impone el régimen invasor. Cada 30 días debía renovar sus papeles en un
centro israelí. Hasan algunas veces se quejaba de este control colonialista, y los
empleados sionistas le respondían con desprecio: "Si no te gusta, vuelve
a Chile. No queremos más palestinos aquí". Cuando su situación
pareció haberse estabilizado, otra vez los israelíes la detuvieron y deportaron.
Harta de las
humillaciones y del maltrato, Nadia Hasan decidió acudir directamente a
la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de Chile, donde denunció:
"Me
negaron la entrada por primera vez el 6 se septiembre de 2005, donde me interrogaron
durante 12 horas, inspeccionaron tanto mi cuerpo como mis pertenencias y luego me negaron
la entrada y me mandaron de vuelta a Jordania. Mi pasaporte chileno tiene que servir de
algo, además cualquier persona de religión judía tiene asegurado el paso y no me parece
coincidencia que los diplomáticos chilenos en Israel sean también judíos".
La acción de Hasan
sirvió para exponer públicamente cómo la red diplomática chilena que está
instalada en Israel sólo sirve para encubrir los atropellos que se cometen contra sus
conciudadanos de ascendencia palestina que visitan aquella región. No debemos
olvidar que Chile alberga a la comunidad palestina más numerosa fuera del mundo árabe.
En contrapartida, la actual presidenta, Michelle Bachelet, enarbola con orgullo tener "el
gobierno con más ministros judíos fuera de Israel", como si esto fuera alguna
suerte de balanceo político. Evidentemente, la mandataria no sólo cede cargos al
sionismo, sino que es cómplice directa de sus delitos.
Como es lógico
imaginarse, ante la valiente actitud de Nadia Hasan los diputados chilenos no tuvieron
otra opción que escucharla y empezar a actuar. De esta manera, la Comisión
inmediatamente solicitó a la Cancillería un informe acerca de la situación que
atraviesan los chileno-palestinos en Israel. Específicamente, el oficio reclama
que el ministro de Relaciones Exteriores, Alejandro Foxley, exija las explicaciones
pertinentes a la embajada israelí sobre los casos Hasan y Abedrapo y sobre todos los
demás que fueron silenciados.
El diputado
nacional Eugenio Tuma fue terminante en este tema:
"Son
muchos los ciudadanos chilenos que han sido humillados y tratados de forma denigrante
tanto en el Aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv como en los pasos fronterizos terrestres de
Eilat, Sheik Hussein y Allenby. Atendido el nivel de relaciones políticas, económicas y
militares con Israel, nuestro país no puede aceptar que exista un trato discriminatorio a
portadores de nuestro pasaporte, por cuanto mientras los ciudadanos chilenos de origen
judío, son admitidos incluso en actividades paramilitares, los ciudadanos chilenos de
origen palestino o que se encuentran vinculados a ciudadanos palestinos son abiertamente
discriminados y maltratados".
Israel:
el reino de la discriminación y del odio
¿Por qué
aplica Israel esta política represiva contra los descendientes de palestinos? Un
analista consultado por esta agencia esbozó una teoría: al mismo tiempo que Tel Aviv
impulsa la inmigración hebrea a Israel, trata de desalentar que los hijos de palestinos
vuelvan a su propia tierra, pues ellos representan una suma cuantitativa y cualitativa de
sus "enemigos". Concretamente, los sionistas buscan la
"despalestinización" de Palestina, para poder asegurar su dominio colonial
sobre los territorios ocupados.
Tampoco la discriminación
es algo extraño en Israel, no sólo contra los palestinos, sino entre los mismos
habitantes judíos. No olvidemos como amplios sectores rabínicos extremistas y
con poder gubernamental rechazan a sus congéneres negros, los falashas,
a tal punto que han obligado a los hospitales a impedir que éstos sean donantes de sangre,
pues afirman que "pudren las venas de los judíos puros". También
recordemos que en las ciudades donde estos fanáticos son mayoría, se han
dividido las calles por sexo, y de esta manera, hay "veredas para
hombres" y "veredas para mujeres". Y al segregacionismo racial y al sexismo
también este sector añade su profunda aversión al cristianismo, que los ha llevado a prohibir
no sólo la lectura, sino la edición o venta del Nuevo Testamento. Ni valdría
la pena señalar su odio declarado al mundo islámico.
De todas maneras,
tantas "reglas morales" no fueron óbice para que el régimen sionista estuviese
encabezado por un presidente como Moshe Katzav, acusado de violar
a varias mujeres, un canciller como Ehud Olmert, investigado
actualmente por corrupción al igual que su secretario privado, un
ministro de Salud como Haim Ramon, que debió renunciar tras ser condenado
por abusar de una mujer soldado, o tener diseminados por el mundo a diplomáticos
que aparecen en la vía pública desnudos, borrachos y rodeados de objetos sadomasoquistas,
como pasó hace pocas semanas en El Salvador, o supuestos líderes "morales y
religiosos" que practican el raterismo y se dedican al robo de
corbatas como Henry Sobel en EE.UU. Y mucho menos, impidieron el
surgimiento de asesinos como Ariel Sharon, que pasa ahora el resto de sus
días en estado vegetativo.
Esperamos
desde la RK que los casos de Elisa Abedrapo, de Nadia Hasan y de tantos otros jóvenes
palestinos no queden impunes, y que Israel pida perdón a toda la Comunidad
Palestina de Chile.
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