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BERLIN, ALEMANIA - 02.05.2006 (RK) - La
noticia tomó al mundo político por sorpresa y encendió la alarma de las fuerzas del
sistema. El NPD había dado un golpe
político fuera de las urnas, pero de enorme contundencia. Andreas Wagner, un
histórico dirigente de la izquierda y miembro de la cúpula nacional del WASG (Wahlalternative
für Soziale Gerechtigkeit, que en español significa "Alternativa Electoral
por la Justicia Social"), decidió alejarse de su partido e incorporarse al
Partido Nacional Democrático, un cambio de corte absolutamente revolucionario e
inédito en las últimas décadas para la política alemana.Wagner era uno de los altos jefes del
movimiento izquierdista a nivel nacional y conducía la seccional de Sajonia, la región
donde precisamente el NPD tiene su mayor fortaleza política.
El WASG es la alianza entre
sectores disidentes del SPD (socialdemócratas) y de los comunistas del PDS. Su principal
referente es Oskar Lafontaine, ex presidente del SPD, ex ministro de Economía, y uno de
los promotores de las pasadas campañas de Gerhard Schröder. Meses atrás esta
agrupación era presentada como la "Alianza de Izquierdas" que prometía
convertirse en una de las grandes fuerzas. Hoy la alianza se debate en una crisis interna
profunda, con un dilema rayano en el absurdo pero real: ser socialista o ser neoliberal.
Muchos militantes se sintieron
traicionados y decidieron apartarse. Se esperaba que protagonizaran una nueva atomización
de la izquierda, algo que se está volviendo muy común en Europa y América Latina; pero
Andreas Wagner optó por un camino de lucha distinto, y abandonó la corrupción de
perimidas estructuras partidocráticas para sumarse a la gesta
patriótica del NPD.
"He visto que
coincidimos con todos los puntos sociales del programa del NPD", fue una de
las explicaciones de Wagner, para luego pasar a atacar al WASG, sobre el que explicó
cómo dejó de lado las banderas de Justicia Social que decía defender para obtener
pequeños réditos políticos, al tiempo que internamente tenía prácticas orgánicas
"stalinistas".
La reacción del WASG fue amarga.
La conducción de Lafontaine no pudo articular una explicación coherente ante las
preguntas insistentes de la prensa, que al mismo tiempo comenzó a reflexionar con temor: ¿es
Wagner un caso único o es que los militantes de izquierda comenzarán a migrar
masivamente al NPD? Hace más de 70 años pasó algo similar con otro partido político
alemán que luego llegó al poder.
El ejemplo
de Sajonia y el avance a nivel nacional
El pase de Wagner no es fruto de la
casualidad. Cuando un dirigente de su calibre toma una determinación así, es porque
reconoce en el NPD un movimiento serio y en el cual puede desarrollar su vocación
política de servicio social.
En diálogo con la Red Kalki,
dirigentes del NPD explicaron que el mérito lo tiene en gran parte Holger Apfel,
hoy presidente del bloque de diputados del partido en Sajonia. Él fue quien logró el primer éxito electoral en
2004, con una campaña inteligente y bien planteada, y abrió las puertas para que el
movimiento pudiera seguir conquistando nuevas bancas, como lo hizo en marzo de este año
en Frankfurt.
El NPD es cada día más
fuerte, pasó de la proscripción a participar con escasa suerte de las elecciones, pero
su tenacidad lo llevó finalmente a cosechar todo aquello que estuvo sembrando durante
años, muchas veces en un silencio autoimpuesto y otras bajo el feroz ataque del gobierno
y de la prensa. No obstante, todavía está asentándose y padece la intolerancia
del sistema. De hecho, en abril desde lo más alto del poder se presionó a la Justicia
Electoral y al candidato a intendente del NPD para la ciudad de Reinhardtsdorf-Schoena
para que no se presentara. Lamentablemente, tal como dijeron jefes del movimiento a la RK,
no se pudo inscribir esa postulación, cuando el partido era favorito en las encuestas.
Sin embargo, el Nacionalismo no se
amedrenta. Ayer realizó una notable concentración en la ciudad de Rostock por el Día
del Trabajador, donde miles de patriotas se unieron bajo la consigna "Trabajo
para los Alemanes". El acto fue el preludio de la campaña electoral del
partido en la región de Mecklenburgo-Pomerania Occidental, en la que el NPD espera
obtener un nuevo bloque de legisladores regionales propio.
Mientras tanto, el
gobierno de Merkel sigue mostrándose incapaz de producir el resurgimiento de
Alemania. La inmigración se descontroló, los alemanes observan cómo las
"minorías" toman sus barrios y sus puestos de trabajo al tiempo que la
economía sigue sin dar síntomas reales de crecimiento. La canciller sólo espera por
estos días que llegue el Mundial de fútbol para distraer al pueblo descontento, aunque
aún allí probablemente se produzcan episodios que revelen el malestar general. Y tal
como ya sucede en Francia, donde más del 25% de los galos afirma públicamente "Le
Pen tiene razón", pronto los germanos también sostendrán, como Andreas Wagner: "El
NPD tiene razón".
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